El día a día nos consume, las responsabilidades, el trabajo, los pensamientos negativos, la
violencia, lo no tolerancia que lamentablemente estamos viviendo nos lleva a
vivir estresados, cansados, angustiados, lo que se traduce en enfermedades. Lo peor , es que no nos damos cuenta y así pasamos la vida, buscando momentos de
"felicidad" efímeros o aferrándonos a lo que nos hace daño y no lo
sabemos, o peor aún sí lo sabemos y seguimos allí.
Siempre he creído en el poder de
la mente, en esa fuerza infinita, en el "decretar" en
que debe existir un equilibrio entre lo espiritual y lo mundano, pero no lo he internalizado, no he sabido
canalizarlo.
Hace varios años asistí a dos
clases de Yoga, luego volví a
intentarlo y logré ir a cuatro clases, se trababa de una competencia de quién lo hacía mejor, quién lograba ser
más flexible, quién tenía la mejor ropa,
el mat de marca, estaba de moda el yoga
y cualquier "instructor" podía guiarte, quizá se había leído uno que
otro libro, era sólo para cultivar el cuerpo, o así lo sentí yo. Nunca me conecté, me faltaba justo lo
que yo consideraba lo más importante, la parte espiritual.
Así, después de 5
años y con la necesidad de alimentar mi espíritu, de quererme, de cultivar mi mente, de drenar, llegué a
YOGA SADHANA y aunque es repetitivo y
trillado las cosas llegan en el momento perfecto.
¿Qué quiero? aprender, entender,
cultivar, busco equilibrio y paz y sé
que lo voy a lograr.
Foto: Andrea |
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